Las Variantes del Virus y la Pandemia
¿Cómo puede terminar una pandemia?
[Animación de un grupo de conejos en campos verdes.]
NARRADORA: Imagine un campo lleno de conejos. Puede ver conejos hasta el horizonte. Cientos de millones de ellos.
[Filas y filas de conejos aparecen en el fondo.]
NARRADORA: A principios del siglo XX, algo así sucedió en Australia.
[La cámara retrocede y se ve que el campo de conejos está delimitado por un mapa de Australia.]
NARRADORA: Unos 50 años después de que se introdujeran algunas parejas, los conejos infestaron el continente; destruían cultivos y competían por los recursos con los animales nativos.
[A medida que unos pocos conejos se multiplican y se vuelven muchos, la hierba verde se vuelve amarilla y luego desaparece por completo.]
NARRADORA: Para controlar a esta población saltarina, los agricultores infectaron a algunos con el virus mixoma.
[Un grupo de conejitos se sientan juntos. Dos en el frente saltan hacia un lado y revelan en medio de ellos un conejo relleno con la palabra “MIXOMA” e ilustraciones de viriones del virus mixoma. Luego, los viriones aparecen dentro de los cuerpos de todos los demás conejos.]
NARRADORA: Eso desató una epidemia entre los conejos que mató al 99.8 % de las poblaciones infectadas. Pero unos pocos sobrevivieron y comenzaron a tener crías.
[Uno por uno, 64 conejos dispuestos en una cuadrícula se transforman en viriones de mixoma. Justo antes de que cambie el último conejo, dos grandes conejos aparecen al frente. Luego, aparecen decenas de conejitos más pequeños.]
NARRADORA: La próxima vez que llegó el virus, el 90 % de los conejos murieron. Pero nuevamente, algunos sobrevivieron...
[La misma cuadrícula de 64 conejos comienza a transformarse nuevamente en viriones de mixoma. Esta vez, aproximadamente 1 de cada 10 conejos no se convierte en una partícula de virus. Algunos conejitos saltan por la escena.]
NARRADORA: Hasta que volvió el virus. Esta vez, casi la mitad de los conejos sobrevivieron.
[Tres grandes viriones de mixoma se mueven de derecha a izquierda por la pantalla y revelan una nueva versión de la cuadrícula de conejos de 8 x 8. Esta vez, solo la mitad de los conejos se convierten en viriones de mixoma.]
NARRADORA: Por cierto tiempo, los conejos se volvían más resistentes y el virus era menos destructivo.
[En la pantalla, aparecen grupos alternos de viriones de mixoma y conejos: primero toma protagonismo el mixoma, luego lo hacen los conejos, luego más mixomas, más conejos, etc.]
NARRADORA: Esta es una de las formas en las que puede terminar una pandemia: el virus no desaparece, sino que llega a una clase de equilibrio con sus huéspedes, que a veces puede ser incómodo o hasta mortal.
[A los costados de un subibaja, hay una pila de viriones de mixoma a la izquierda y un grupo de conejos a la derecha. Un gran virión cae a la izquierda e inclina el peso hacia el virus. Un conejo sale volando por el aire y los tres conejos restantes se deslizan hacia el mixoma. El conejo en el aire vuelve a caer, se agarra del borde del subibaja y hace fuerza hacia abajo hasta lograr un precario equilibrio con el virión.]
NARRADORA: ¿Pero es así como terminan siempre las pandemias? Retrocedamos un poco. Una epidemia se produce cuando hay un brote de una enfermedad en una zona particular.
[Hay una silueta en el centro de la figura que evoca una forma puntiaguda de coronavirus. La forma del virus se expande y aparecen otras siluetas en sus límites. Aparece la palabra “EPIDEMIA”.]
NARRADORA: Una pandemia se produce cuando esa enfermedad se propaga de forma exponencial en distintos países y grupos de personas. O sea, es una epidemia que se propaga a nivel global.
[La cámara retrocede y revela un mapa de accidentes geográficos imaginarios. Las líneas de puntos se animan para conectarlos, lo que representa la propagación de la enfermedad, y surgen nuevos círculos de virus alrededor del mapa. Aparece la palabra “PANDEMIA”.]
NARRADORA: Para que comience una pandemia, un porcentaje determinado de personas deben ser vulnerables a una infección, y esa infección debe transmitirse rápidamente.
[Hay un grupo de personas de pie bajo la lluvia. Una persona en el medio tiene un paraguas. Junto con las gotas de lluvia, del cielo caen formas de virus. El hombre que tiene paraguas está protegido, pero todas las demás personas se mojan y sus ropas se “infectan” con las formas de virus.]
NARRADORA: Sin vulnerabilidad, ni contagios, no hay pandemia.
[La escena se disipa en el mismo grupo de personas, esta vez todas con paraguas. Están secas y libres de virus.]
NARRADORA: Pero supongamos que tenemos un virus global, mortal y transmisible; para que la pandemia termine, un determinado porcentaje de la población debe ser inmune.
[Un globo giratorio está rodeado de partículas de virus flotantes.]
NARRADORA: No se pueden contagiar, ni tampoco pueden propagar la enfermedad o, si la transmiten, las consecuencias no son mortales.
[La cámara recorre numerosas siluetas, todas con paraguas que las protegen de partículas de virus. Una silueta, sin paraguas, estornuda, pero la dirección de su estornudo está bloqueada por un paraguas.]
NARRADORA: Ya lo vimos con los conejos: a medida que pasaban las distintas generaciones, iban alcanzando un cierto grado de resistencia o inmunidad. El virus mixoma se volvió “endémico”, es decir, siempre está presente, pero ya no es completamente devastador.
[Un grupo de conejos se sienta en una pradera con césped. Detrás de ellos, un gran virión de mixoma se eleva como un sol amenazador. La palabra “ENDÉMICO” cae del cielo y se cierne detrás de ellos.]
NARRADORA: Sin embargo, los conejos son famosos por reproducirse rápidamente.
[La escena cambia a un corazón. Dos conejos saltan de cada lado y se encuentran en el medio. Decenas de pequeños conejitos aparecen a su alrededor.]
NARRADORA: Llegar a un equilibrio similar al de los conejos le tomaría a los seres humanos entre 100 y 150 años. Eso es mucho tiempo y serían muchas vidas las que se perderían. Por eso para los seres humanos esto no es una opción realista.
[La cámara sale de una pared de siluetas enmarcadas y revela más y más retratos. Frente a la pared de retratos, un anciano mira con cariño una fotografía antigua.]
NARRADORA: Otra manera de terminar una pandemia es la contención de la enfermedad. Por ejemplo, medidas como el distanciamiento físico y el uso de mascarillas frenan la transmisión de un virus que se transporta por el aire.
[En la pantalla, aparece la palabra “PANDEMIA” con apéndices amenazantes, con forma de tentáculos, y se retuerce alrededor de las letras. A medida que las letras se separan, los tentáculos desaparecen. Luego, aparece una gran mascarilla quirúrgica que se levanta y cubre las letras.]
NARRADORA: Y si ese virus provoca síntomas graves rápidamente, a veces es más fácil detener su propagación.
[La palabra “PANDEMIA” regresa con sus tentáculos. Su letra “C” cambia de color y hace garabatos enfermizos antes de caer al suelo. La palabra más larga desaparece.]
NARRADORA: Esto es lo que sucedió con el SARS-CoV-1, que causó la enfermedad conocida como SARS. SARS-CoV-1 es un coronavirus relacionado con el SARS-CoV-2, que es el que provoca la COVID-19.
[Aparecen dos formas de virus circulares y puntiagudas: una etiquetada como “SARS-CoV-1” y la otra etiquetada como “SARS-CoV-2”.]
NARRADORA: Los pacientes que se infectaban son SARS-CoV-1 no eran contagiosos hasta después de manifestar síntomas…
[Hay escenas de dos personas conversando, de pie y sentadas. En cada escena, la camisa de una persona está cubierta con formas de virus, pero la ropa de la otra persona permanece libre de virus. Luego, vemos a un hombre solo; su bufanda y sus pantalones están cubiertos de formas de virus. Mientras tose, se propagan partículas de virus de su cuerpo.]
NARRADORA: … lo cual facilitaba identificar y aislar a las personas enfermas para cortar su transmisión. Después de nueve meses del primer caso reportado, ya no se informaban casos nuevos.
[Un hombre yace en una cama de hospital; su bata de paciente está cubierta de partículas de virus. Dos profesionales médicos observan a través de una ventana. La escena cambia y muestra al paciente con una bata libre de virus, de pie y estrechándole la mano a un médico.]
NARRADORA: Sin embargo, el que observemos una enfermedad con estas características no es muy frecuente. Eso no es lo que sucedió, por ejemplo, con la COVID-19. La COVID-19 es menos letal que SARS, pero su virus se puede propagar antes de que comencemos a sentirnos enfermos.
[Se repiten las mismas escenas de dos personas conversando. Esta vez, las partículas de virus flotan en el aire entre ellas y la segunda persona se “infecta” con las formas.]
NARRADORA: Eso hace que la enfermedad sea difícil de contener. Además, la COVID-19 es demasiado nueva como para tener inmunidad contra ella.
[El patrón del virus se propaga a través de la ropa de personas que están de pie en un tren de cercanías repleto y otras que están sentadas en un estadio deportivo.]
NARRADORA: Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo termina esto?
[Hay una silueta de una persona frente a un telón de partículas de virus y signos de interrogación.]
NARRADORA: Volvamos a los conejos. En su caso, el virus mixoma se volvió endémico—pero el costo para la población de conejos fue muy alto.
[En un subibaja, hay una pila de viriones de mixoma a la izquierda y un grupo de conejos a la derecha. Cuando otro virión cae sobre la pila de la izquierda, tres conejos salen volando por el aire.]
NARRADORA: Pero hay una buena noticia: nosotros tenemos algo que los conejos no tienen. Vacunas.
[La escena cambia a un subibaja diferente, esta vez con siluetas humanas a la izquierda y viriones de SARS-CoV-2 a la derecha. El equilibrio es precario, hasta que una jeringa cae desde arriba y golpea el lado humano, dispersando todos los viriones y arrojándolos fuera de la pantalla.]
NARRADORA: Las vacunas son atajos para alcanzar la inmunidad sin tener que sufrir las consecuencias de la enfermedad.
[Un profesional médico con mascarilla administra una vacuna a un paciente que también tiene mascarilla.]
NARRADORA: Las vacunas nos ayudaron a erradicar la viruela y a limitar, en gran medida, algunas enfermedades como el polio y sarampión.
[Sobre un fondo de distintos viriones, se muestran carteles antiguos que fomentan la vacunación contra la viruela y el sarampión.]
NARRADORA: Gracias a las vacunas, vemos menos casos, menos personas con enfermedades graves y menos muertes.
[Un gráfico de barras abstracto muestra tres columnas: una, que representa los casos diagnosticados, muestra un hombre que tose en la parte superior; la segunda, que representa las hospitalizaciones, muestra un hombre en una cama de hospital; y la tercera, que representa las muertes, tiene una lápida en la parte superior. Cada una empieza a reducirse: primero baja la columna de casos, luego la columna de hospitalizaciones baja aún más y, finalmente, la columna de muertes baja casi hasta la base.]
NARRADORA: Las vacunas alivian la carga para los sistemas de salud y sus trabajadores.
[Las ambulancias pasan a gran velocidad, desaparecen de la vista y dejan una ventana por donde sale el sol sobre un hermoso paisaje. Un trabajador de la salud observa la escena.]
NARRADORA: Pero no todas las personas van a vacunarse. Algunas personas no pueden hacerlo por motivos de salud, algunas no quieren vacunarse y otras no tienen acceso a las vacunas.
[Hay un tablero de dardos con la palabra “INMUNIDAD” en la parte superior. Dos jeringas, que representan a las personas que no pueden vacunarse y a las que no se vacunarán, vuelan hacia el objetivo, pero rebotan. Una tercera jeringa, que representa a aquellas personas que no tienen acceso a las vacunas, pasa volando y no alcanza el tablero por completo.]
NARRADORA: Por lo tanto, necesitamos educar, responder a preguntas y hacer que la vacunación sea accesible para todos.
[La cámara recorre tres brazos con curitas; cada uno está etiquetado con una palabra diferente: “información”, “respuestas” y “acceso”.]
NARRADORA: La inmunidad nos concierne a todos. Una sola persona puede ser inmune, pero la inmunidad nos concierne a todos. Para detener una pandemia, necesitamos que la mayor cantidad posible de personas estén vacunadas.
[Una persona sostiene un paraguas boca abajo y forma la “U” de la palabra “IMMUNIDAD”. Cuando comienza a llover, abre el paraguas y el texto desaparece. El paraguas ahora se extiende sobre otras personas que lo rodean, las protege a todas y forma la “I” de la palabra “VACUNACIÓN”. Deja de llover y la persona baja el paraguas. Sale el sol.]
[Se muestran los reconocimientos.]
Las Variantes del Virus
La pandemia de la COVID-19 que se propagó en todo el planeta durante el 2020 planteó una situación de desastre global. Luego, aparecieron las variantes.
La variante delta se propaga con mayor rapidez y puede causar el doble de contagios que la variante original. Y el virus sigue evolucionando. ¿Cómo se generan estas variantes peligrosas y qué podemos hacer para detenerlas?
Así es como se replican los virus: ingresan a las células vivas, las convierten en pequeñas fábricas de copiado de virus y las obligan a llevar a cabo el trabajo de la reproducción viral.
Así es como se replican los virus: ingresan a las células vivas, las convierten en pequeñas fábricas de copiado de virus y las obligan a llevar a cabo el trabajo de la reproducción viral. “Un virus es un paquete diminuto de información genética”, dice Michael Tessler, profesor asistente de biología en la St. Francis College y socio de investigación del Museo.
En el caso del SARS-CoV-2, que es el virus que causa la COVID-19, este material genético adopta la forma de ARN. Al igual que el ADN, su contraparte más famosa de dos hebras, el ARN está formado por una larga cadena de componentes químicos denominados ácidos nucleicos. Estos funcionan como letras que escriben las instrucciones codificadas para fabricar proteínas. La célula infectada “lee” parte de las instrucciones del ARN y las sigue, y así crea las proteínas necesarias para hacer copias del virus. También replica el ARN del virus, que es la parte más importante de la nueva partícula viral. Esto es fundamental para la evolución del virus.
“Cada vez que se produce una replicación, existe una determinada tasa de error”, dice Tessler. “Un porcentaje de las veces, ocurren cambios en la secuencia genética, es decir, una mutación. Sucede cuando se crean las células del esperma o de los óvulos en los humanos. Y también sucede durante la replicación de los virus”.
Estas mutaciones son errores aleatorios. “Es como cuando uno rompe los huevos para hacer un omelet, a veces se cae un pedacito de cáscara de huevo”, explica Tessler. Los errores pueden ser omisiones o duplicaciones de partes del ARN, o quizás un ácido nucleico que reemplaza a otro. La mayoría de estos errores son neutrales o perjudiciales para el virus (por ejemplo, pueden alterar su capacidad de replicarse). Las partículas de los virus que tienen mutaciones negativas no infectarán a células nuevas ni a otras personas.
Pero muy de vez en cuando, una mutación mejora el virus, y la variante mejorada prospera. Como explica Tessler, las mejoras podrían incluir la capacidad de propagarse con mayor rapidez y en mayor cantidad, como sucede con la variante delta. También pueden incluir la capacidad de sobrevivir en temperaturas más cálidas o más frías, o en condiciones de humedad más alta o más baja, de viajar más lejos por el aire o de retrasar los síntomas, de modo que las personas infectadas se sienten bien, salen con sus amigos y transmiten el virus. Algunas mutaciones pueden hacer que una variante sortee las defensas del sistema inmunitario e infecte a personas de distintas edades o incluso a aquellas que se vacunaron.
Dado que las variantes pueden modificar el comportamiento del virus, lo que a su vez podría afectar las estrategias para abordar la pandemia, es importante detectar y rastrear las variantes. Pero este proceso no es directo. “No podemos usar el microscopio y ver el código genético”, dice Tessler. Los científicos deben extraer el ARN viral de las muestras nasales que toman de las personas, usar técnicas moleculares para secuenciar el ARN y comparar las secuencias resultantes para descubrir en qué difieren. Este proceso es costoso y lleva mucho tiempo; la mayoría de las muestras nunca se secuencian.
Para saber dónde redoblar el esfuerzo, los científicos observan el comportamiento del virus: determinan, por ejemplo, dónde se está propagando con mayor rapidez o dónde provoca más muertes o internaciones, lo que puede ser indicio de la llegada de una variante nueva. Pero las variantes no son el único factor posible que permite explicar las diferencias en la forma en que el virus afecta a las distintas comunidades. Algunas diferencias se deben a factores biológicos, como el hecho de si los integrantes de la comunidad ya se han enfrentado al virus o a un virus relacionado. Las cuestiones de salud pública, como los niveles de vacunación y de uso de mascarillas, también tienen un papel importante, al igual que los factores sociales como la densidad poblacional, la edad, el acceso a la atención médica y las afecciones de salud preexistentes. Todas estas cuestiones pueden dificultar la detección de las variantes.
“Determinar cuándo ha surgido una variante nueva y cuáles son sus características exige muchísimo trabajo, seguimiento y comparaciones entre los distintos síntomas”, dice Tessler.
La mejor manera de detener el avance de las variantes peligrosas es evitar que el virus se propague. “Cada vez que una persona se infecta, replica el virus”, dice Tessler. “Al hacerlo, le está dando al virus otra oportunidad de mutar, y, a su vez, de evolucionar”.
Y los virus evolucionan rápidamente. A diferencia de, por ejemplo, un elefante, que necesita dos años para engendrar un solo bebé, el virus SARS-CoV-2 puede producir billones de copias de sí mismo en una sola persona infectada, lo que significa que existe la misma cantidad de oportunidades para que aparezca una mutación peligrosa.
Este es uno de los motivos por los que la vacunación, el uso de mascarillas, las pruebas de detección y otras medidas que reducen el contagio de la COVID-19 son tan importantes. Mantener bajo control el virus con las vacunas y otras herramientas no solo protege a cada persona de la enfermedad y la muerte; también permite controlar las variantes mortales, frenándolas incluso antes de que aparezcan.
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La familia de Irma y Paul Milstein ha brindado un generoso aporte para el Centro de Recursos de la COVID-19 y sus programas de desarrollo profesional para docentes.