Los Virus y el Viroma
NARRADORA:
En el siglo XVII, una manía hacía estragos en Ámsterdam.
Las personas hacían cualquier cosa… por un tulipán.
En un momento costaba menos que un artista reconocido hiciera una pintura de tulipanes que comprar apenas uno de los raros bulbos de la flor.
Uno de los más deseados era el "tulipán roto".
Más tarde, los científicos descubrieron que el aspecto especial de esta flor era producto de un virus, pero nadie lo sabía entonces.
¡Ni siquiera sabíamos que existían los virus!
Doscientos años más tarde, otra enfermedad arrasó con los Países Bajos.
Pero en esta ocasión no estaba relacionada con los tulipanes sino con la muerte de las plantas de tabaco—un cultivo de gran importancia económica.
Los investigadores descubrieron que la enfermedad del tabaco era provocada por algo tan pequeño que ni tan siquiera podía verse con un microscopio.
Uno de los investigadores lo denominó "virus".
Hoy día, podemos ver los virus a través de microscopios electrónicos y cada día aprendemos más sobre ellos gracias a diversas tecnologías.
En pocas palabras, los virus son instrucciones para fabricar más virus; son segmentos de material genético que tienen un caparazón y buscan reproducirse.
Pero no se arrastran ni nadan, ni tampoco se reproducen por sí solos.
Necesitan de un huésped para propagarse.
Las bacterias, los tulipanes, los pavos y nosotros, los seres humanos; todos somos huéspedes.
Los virus infectan a todos los seres vivos y puede que algunos sean tan antiguos como la vida misma.
La gran mayoría de ellos no son perjudiciales para los seres humanos.
De los virus que infectan a los humanos algunos—como los del herpes—evolucionaron junto con nosotros.
Los virus del herpes afectan a casi todas las personas del planeta pero, en general, no son mortales.
Otros tipos de virus (como el sarampión y la viruela) fueron surgiendo a medida que las personas comenzaron a domesticar animales y a vivir en grupos grandes.
Recientemente, hemos visto el surgimiento de nuevos tipos de virus.
Estos virus "emergentes" suelen surgir cuando las personas o los animales domésticos entran en contacto con animales silvestres.
Los virus como tal no son nuevos, sino que son nuevos para nosotros.
Un virus que originalmente evolucionó para infectar a los murciélagos puede mutar e infectar a un camello.
A medida que el virus se reproduce dentro de las células del camello, podría surgir otra mutación que haga que el virus pueda infectar a los seres humanos.
Precisamente esto es lo que los investigadores piensan que sucedió con un coronavirus llamado MERS. El MERS y las infecciones de este tipo se denominan enfermedades zoonóticas, es decir, que surgen cuando un virus pasa de infectar a animales a infectar a las personas.
Alrededor del 60% de todas las enfermedades infecciosas de los seres humanos son zoonóticas.
El SARS-CoV-2—el coronavirus detrás de la COVID-19 que dio origen a la pandemia y a la crisis económica mundial—se identificó por primera vez en 2019 y rápidamente se estableció que estaba relacionado a un virus presente en los murciélagos de herradura.
Cuando destruimos bosques, construimos granjas industriales enormes y alimentamos el cambio climático, creamos nuevos canales para que los virus lleguen a nosotros, e incluso más allá.
Al destruir los entornos naturales, alteramos los mecanismos de protección que evolucionaron durante millones de años y ponemos en riesgo a las especies que viven allí, así como también a las que causan la destrucción, es decir, a nosotros mismos.
Los virus, los tulipanes y los seres humanos estamos interconectados; vernos como fuerzas distintas u opuestas implica desperdiciar la oportunidad de incrementar los conocimientos científicos y salvar vidas.
En el futuro la lucha contra las enfermedades incluirá la tarea de proteger los ecosistemas del planeta y estudiar tanto los virus como los organismos increíblemente diversos que los hospedan.
El Espectáculo de Equilibrio Con Los Virus
Desde la profundidades del océano hasta los picos de las montañas, en todos los lugares de la Tierra donde hay vida, hay virus (incluso dentro del cuerpo).
Quizás haya escuchado sobre el microbioma humano, que son las comunidades de bacterias y otros microbios que viven sobre nosotros y también dentro de nuestros cuerpos. “Los científicos calculan que la cantidad de células bacterianas que viven dentro del cuerpo o sobre el cuerpo es prácticamente la misma que la cantidad de células humanas”, dice Rob DeSalle, curador de la división de Zoología de los Invertebrados del Museo.
Y así como tenemos un microbioma, tenemos un viroma.
Cortesía de M. Dürrenberger, Biozentrum, University of Basel
© 1998 Robert L. Duda
Por supuesto, los primeros que se nos vienen a la mente son los que causan enfermedades. Pero las enfermedades son solo una parte de la historia. En cada lugar del cuerpo que analizan los científicos, encuentran comunidades de virus: en la sangre y los intestinos, en la piel, en la boca y los pulmones, en los sistemas nervioso y reproductivo.
Estos virus varían muchísimo entre las distintas personas. Muchos de ellos son benignos o útiles. Algunos ni siquiera están ahí para infectar nuestras células.
Los virus ayudaron a dar forma a nuestra evolución y nos convirtieron en quienes somos.
Dada la gran cantidad de bacterias que conforman el microbioma humano, la mayoría de los colonizadores virales probablemente son bacteriófagos, es decir, virus que dependen de los huéspedes bacterianos, ya que los infectan y se replican dentro de ellos.
Given the abundance of bacteria in the human microbiome, most of our viral colonizers are probably phages: viruses that depend on bacterial hosts, infecting them and replicating within them. A veces los bacteriófagos matan a la bacteria huésped, a veces agregan su ADN al del huésped y a veces, se quedan ahí, esperando a que se den las condiciones adecuadas para actuar. Los bacteriófagos del viroma, que forman parte del complejo ecosistema microbiano que tenemos en el cuerpo, pueden alterar el equilibrio de bacterias dentro del microbioma, lo que, a su vez, afecta la salud.
Otros integrantes importantes del viroma pueden afectarnos más directamente, cuando infectan las células humanas. Sabemos mucho sobre algunos de ellos, en especial los que causan enfermedades. Algunos pueden provocar enfermedades agudas, mientras que otros infectan nuestras células sin causar enfermedades durante mucho tiempo (o quizás nunca).
Pero, al parecer, muchos de los virus que infectan las células humanas son solo pasajeros benignos. De hecho, algunos nos acompañan desde hace miles o incluso millones de años. Sus ancestros infectaron a nuestros ancestros. Evolucionaron a medida que nosotros lo hicimos. Y dado que muchos virus pueden insertar su material genético en el ADN de sus huéspedes, los virus son una parte íntima y relevante de nuestra historia.
Por ejemplo, los mamíferos necesitan una proteína llamada sincitina para producir una placenta que funcione correctamente, y que nutra y proteja a los embriones en crecimiento. El gen de la sincitina proviene de un virus que infectó a un mamífero ancestral hace más de 100 millones de años. Si no fuera por ese virus, posiblemente nunca habríamos nacido.
© C. Buell
Cada vez que nos cruzamos con un nuevo virus peligroso, el sistema inmunitario se pone en acción para reconocerlo y defendernos; para esto, utiliza las herramientas que desarrollaron nuestros ancestros en el transcurso de millones de años a partir de sus encuentros con patógenos previos, incluidos los virus.Las vacunas alertan al sistema inmunitario para que esté atento a determinados virus u otros agentes patógenos; estas advertencias previas pueden marcar una gran diferencia.
Para bien y para mal, los virus han formado parte de nuestra evolución y nos hacen ser quienes somos.
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