En Cuba, coexisten una amplia variedad de tradiciones religiosas y, en las últimas décadas, su rol en la sociedad cubana ha crecido.En los primeros años de la Revolución cubana, el gobierno declaró a Cuba estado ateo y suprimió las religiones organizadas. Pero las nuevas constituciones de 1976 y en especial la de 1992 reconocen el derecho a la libertad religiosa. Hoy en día, muchas iglesias y templos de Cuba mantienen estrechas relaciones con congregaciones en los Estados Unidos y otros países.
Cubanos de diversos ámbitos sociales buscan inspiración en la religión de los Orichas - a veces conocida como Santería - una práctica espiritual con raíces en África Occidental. Quienes siguen este camino buscan ser guiados por los orichas, deidades o “santos” que reinan sobre los esfuerzos humanos y las fuerzas de la naturaleza. Las ceremonias se llevan a cabo en las casas en lugar de un templo público o una iglesia. Para honrar a los orichas, los practicantes a menudo crean elaborados altares o “tronos”, espacios sagrados que presentan a estos seres poderosos en un esplendor majestuoso.
En ocasiones especiales, un sacerdote puede construir un altar muy decorado o “trono” para elevar las deidades, conocidas como orichas, ante la comunidad de practicantes. Aquí, brillantes telas dignas de reyes y reinas forman un trono para Yemayá, deidad del agua salada (el océano, el cual dio nacimiento al mundo y a todas sus criaturas) y también para Ochún, deidad del agua dulce (el río que dio origen a las civilizaciones).
En la religión de los Orichas, las personas se comunican con las deidades por medio del lenguaje rítmico de los tambores batá.Frente al altar, los percusionistas saludan a los orichas con sus propios ritmos en una secuencia llamada oro. Luego, se voltean hacia la gente y tocan mientras un cantante de alabanzas canta en lucumí, un idioma de la familia yoruba. Algunos practicantes, conmovidos, optan por bailar en el estilo característico del oricha.